Es por Mayo, cuando la Iglesia dedica el mes a María, la madre del fundador del cristianismo, Jesucristo. Seguramente, eligieron este mes para ofrecérselo a la Virgen porque es el mes de la luz,
iniciado con un equinoccio (el de primavera), una hora más de sol, un mes donde todo parece estar dispuesto a engendrar vida. Y María, ante todo, para la Iglesia representa maternidad.
Las cruces de Mayo convergen con esa línea de ritos confusos que olvidaron sus momentos originarios, pero que persisten en el calendario como día de festejo.
Fue ese aroma del mes de Mayo el que se intuía en la leyenda que inició la festividad de las Cruces de Mayo, la conmemoración de un sueño o una premonición de una mujer, santa Elena, madre de Constantino, gracias a la cual los cristianos creen que los cruzados encontraron la auténtica cruz donde Jesús fue posiblemente crucificado.
A finales del siglo tercero de nuestra era, vivió una mujer llamada Elena, esposa de Constancio Cloro, hasta que este, al llegar a emperador, la repudió, entre otras cosas por la fe a la que se había
convertido, la cristiana. Elena era madre del que fue emperador,que una vez estuvo en el poder, volvió a dar a su madre los honores que le pertenecían como "augusta o real persona".
A pesar de que había asesinado, en nombre del poder, incluso a su hijo y nuera, terminó, por remordimiento, y ciertamente, también por el creciente número de cristianos en su reino, de instaurar el cristianismo como religión oficial en Oriente.
La iglesia cristiana, ya instaurada como casa y herencia del Apóstol Pedro, se creyó en la obligación, no sólo de convertir a los paganos, sino que además se obligaron a encontrar pruebas palpables y tangibles de que la presencia de su Mesías entre los hombre había sido verídica.
Los primeros comisionados cristianos se aventuraron hasta Jerusalén en busca de la mayor reliquia y símbolo de la nueva fe: hablamos, por supuesto, de la cruz, la que sujetó los últimos hábitos de la vida del Dios-hombre.
Cargados de fe, con los mapas extractados de los evangelios y los detalles relatados en los textos, se dispusieron a encontrar el madero romano, la cruz sagrada. Una vez estuvieron en Jerusalén y hallaron el lugar, una difícil elección se les impuso, ya que había tres cruces. ¡Era necesario un milagro!, una señal divina que les sacase de la duda y les hiciera concluir con éxito su misión para poder transportarla a Europa y convencer al mundo y a los ateos. Y la señal llegó, y convirtió a una madre de emperadores en Santa para la Iglesia de Pedro.
En una noche agitada, la vivida por Santa Elena, un sueño plagado de signos cristianos y un centro sagrado...la cruz. Santa Elena vio a los emisarios cristianos frente a tres cruces, incapaces de distinguir aquellos ensangrentados y añejos maderos, todos de la misma época y colocados unos con otros. Pero Elena, durante su visión, vio entrar una paloma blanca por una de las ventanas del recinto, que se posó en uno de los tres maderos, y la elección quedó patente. Una paloma que podría ser tomada como el propio Espíritu santo, que ya se había mostrado en dicha forma animal en otras ocasiones.
Sucedió un 3 de Mayo, y desde ese día, fue venerada, como elegida primero, y como santa después para los cristianos. Celebración en el martirio cristiano, no podía ser otra que los 3 de Mayo, y su ritual festivo quedaría siempre emparentado en el recuerdo de los creyentes con la imagen de la cruz, la alegría del hallazgo, y su símbolo de explosión de vida.
No es de extrañar que la adjudicación de esta fiesta en honor a la cruz fuera bien aceptada por tres sectores muy distintos de las sociedades de la época:
-Por los herederos de los ritos paganos de los primeros pobladores de la Península. El hecho de celebrar la vida en el mes del solsticio de primavera, y hacerlo con un símbolo que representaba los cuatro elementos contenidos en la creación, era algo que ellos venían haciendo desde tiempos inmemorables. Fue cuestión de aceptar únicamente unas fechas concretas para celebrarlos y adaptarse al calendario impuesto por la Iglesia cristiana.
-Los cristianos aceptaron con alegría el mes de Mayo, mes de la vida, mes dedicado a la madre de Jesús, para incluir el particular festejo dedicado a la cruz, para los cristianos, símbolo de conversión al hombre, del sacrificio de Jesús para el perdón de los pecados y, por lo tanto, del comienzo de sus nuevas vidas y la gran victoria de la fe cristiana sobre otros cultos.
-Los esotéricos aunaban en sus conocimientos los antiguos saberes de los paganos, y los enriquecían con el sacrificio de Cristo. Llegados a un punto, las motivaciones de cada grupo terminaron por fundirse, llegando incluso a enriquecerse al menos la celebración, que continuó año tras año y con el pasar de los siglos. Lo único que quedó olvidado por influencia de la historia, conquistas y persecuciones fueron los verdaderos motivos que iniciaron los festejos.
Relegadas a sectores sureños de la Península, las cruces perduran, a pesar de los cambios que ha vivido su modo de conmemorarse. El hecho del sueño de Santa Elena, y que este fuera en el mes de María, bastó para el inicio de una costumbre: en las ciudades se erguían cruces, hermosamente adornadas con motivos florales.
En los pueblos, la celebración, aunque también era de uso abierto, además tenía una forma más privada y separatista: por un lado se montaba la cruz floral donde se celebraba el festejo, y por otro, en casa de una persona "piadosa" se montaba un altar con la imaginería del lugar, y allí se reunían las personas a orar, presididas por un crucifijo o un Sagrado Corazón.
En la actualidad, la festividad de las cruces de Mayo sigue vigente. Se celebra con la instalación en las calles más importantes de las localidades de unas cruces hechas con flores o decoradas con ellas, y los distintos barrios compiten para que la suya sea la más hermosa y vistosa. Mantones de Manila han suplantado a los recuerdos esotéricos, la música coreada por el público nada tiene que ver con los cánticos iniciativos de hace unos milenios, pero desde luego hoy, igual que siempre, la cruz sigue siendo, sobre todo en estos días y en Andalucía, un escaparate rebosante de nuestras vidas.
Las hornacinas ubicadas en los antiguos barrios del pueblo son una continuidad del larario romano, lugar donde se colocaban los bustos de sus antepasados (lares) con el fin de ahuyentar los malos presagios. Responden a la necesidad del morisco de demostrar la necesidad de su conversión, y establecieron una línea de separación entre la zona del Arrabal y el resto de la villa. Pudieron servir como factores de identificación vecinal y constituyen un elemento representativo de la religiosidad popular andaluza,
definiendo y personalizando la identidad cultural de Casarabonela, por ello tenemos el deber de conservarlas, mantenerlas y custodiarlas por tratarse de bienes integrantes del Patrimonio Histórico de innegable interés artístico y etnográfico.
El día de La Cruz las hornacinas cobran especial protagonismo y las cruces de su interior son adornadas con flores y su entorno se prepara para la celebración vecinal.
Las cruces en Casarabonela se celebran el primer sábado del mes de Mayo, y ha sufrido, durante su larga etapa, distintas ubicaciones en diferentes barrios,(en 2001 el ayuntamiento inventarió 41) , siendo las más renombradas la del Arrabal, María Andrades, Puerta de la Iglesia y la de la Asociación de Mujeres (Almena). Años atrás se adornaban las cruces en las calles Alta, Real, Saldaña, Muro, José Hidalgo, Málaga, Baluarte, Castillo, Jarea, Terraza..., pero sin duda alguna la Cruz más popular era la del Arrabal, ubicada en pleno corazón del antiguo barrio, en el llano de La Cruz y al final de la calle de La Cruz .
Desde que se fundó la Asociación Amigos de los Rondeles en el año 1993, se decidió por parte de la misma potenciar y apoyar esta fiesta, montando una nueva cruz en la Ermita de la Veracruz, por esta asociación, organizando una gran verbena en la plaza de la Ermita.